Cuando Jim Parsons apareció por primera vez en nuestras pantallas de televisión como Sheldon Cooper en The Big Bang Theory, tenía un estilo propio.
Neurótico pero entrañable, Sheldon se jactaba de un tener un intelecto superior. Él arrogantemente hacía alarde de esta superioridad intelectual como un hecho indiscutible, y aún así, se las arregló para convertirse en una adorable personaje de sitcom —uno que fue generoso con la información única que poseían sus grietas craneales. Por supuesto, estamos hablando de datos científicos que involucran agujeros de gusano y teoría de cuerdas, porque Sheldon es un físico teórico en Caltech.
Sheldon también vivía con una gran ansiedad y era socialmente inepto. Pero no importaba, porque académicamente era brillante. Y ciertamente, no tenía tiempo para buscar algo romántico.
Sheldon ni siquiera estaba interesado en recorrer el camino del romance, laboriioso y de fatalidad inevitable, y mostraba poca comprensión hacia las relaciones adultas que rodeaban a Leonard (Johnny Galecki) y Penny (Kaley Cuoco), o a Wolowitz (Simon Helberg) y su amor duradero hacia Bernadette (Melissa Rauch). Sheldon existía en una burbuja perfecta de consuelo infantil, asomándose de vez en cuando para asistir a una convención de Star Wars o alguna actividad geek. De lo contrario, ni siquiera se molestaría en abandonar su sagrado lugar en el sofá, un lugar donde podía vivir en la comodidad de su propia mente brillante y satisfecho consigo mismo.
Luego, en la cuarta temporada, Sheldon comenzó una relación con la neurociéntifica Amy Farrah Fowler (Mayim Bialik). Aunque su desarrollo contradecía la supuesta asexualidad de Sheldon, el público compró este arco argumental, porque en realidad no involucraba ningún romance. En cambio, la unión se caracterizó por la extrema neurosis de Sheldon, con un infame «Acuerdo de Relación» para asegurarse de tener las reglas básicas sobre ser novio y novia.
Dentro de las reglas bastante estrictas e impersonales, el acoplamiento de Sheldon y Amy parecía poco más que una relación de escuela primaria compuesta por dulces miradas y toques de manos. Pero, luego de una inspección más profunda, la dinámica de Sheldon y Amy era adorable de una manera fascinante: discutían como un viejo matrimonio, disfrutaban de una amistad genuina que se sentía única en la comedia televisiva, porque no involucraba el sexo. No era la cansada historia al estilo de Ross y Rachel, de Friends. Hasta que pasó.
Además de los hitos que parecían apropiados para el programa, como Sheldon anotando a Amy como su contacto de emergencia o diciéndole que en caso de quedar varado en Marte, ella sería la única persona con la cual quisiera estar atrapado; Sheldon comenzó a hacer cosas que sugerian un cambio completo y aterrador de personalidad. Dijo las palabras: «te amo» en voz alta. «Cortejó» a Amy cuando se separaron y se puso celoso cuando otros hombres aparecieron en escena. Esencialmente, Sheldon se convirtió en Ross Geller.
Y luego vino el sexo.
La relación de Sheldon y Amy pasó al siguiente nivel en «The Open Night Excitation», que se emitió durante la novena temporada. Es un episodio extraño, porque no se trata de ciencia, sino sobre el lanzamiento de la nueva película de Star Wars y el cumpleaños de Amy, que coinciden en el mismo día. Después que Obi-Wan-Kenobi visita a Sheldon en sus sueños y habla con él, Sheldon decide pasar el cumpleaños de Amy con ella, en lugar de ver la película con sus amigos. También decide darle un regalo especial a Amy por su cumpleaños: el «regalo» de sus genitales.
Este «coito», como Sheldon suele llamarlo, resulta trascendental para The Big Bang Theory. Y nunca debió ocurrir.
Después del coito, Sheldon se divierte como lo haría cualquier chico normal. El problema es que Sheldon no es un normal. Él siempre fue maravillosamente anormal. Estaba entre los personajes de televisión más deliciosamente peculiares en nuestra memoria moderna, junto con Kramer (Michael Richards) en Seinfeld, April (Aubrey Plaza) en Parks and Recreation y Tina Belcher (Dan Mintz) en Bob’s Burgers.
Después de que Sheldon pierde su virginidad, está claro que The Big Bang Theory no pasará a la historia por presentar un fantástico personaje asexual, cuya pasión por la ciencia era el centro de su existencia y para quien su vida personal estaba donde debía estar. El programa será recordado por reescribir a dicho personaje como el tipo de hombre cuyo futuro seguramente incluirá el matrimonio y todas esas cosas aburridas de gente «adulta» que gritan su normalidad.
Al regresar a nuestras pantallas, The Big Bang Theory nos muestra un Sheldo Cooper que cada vez reconocemos menos. Ya no está obsesionado con la teoría científica, es más flexible en la forma en que se comporta, más payaso y menos ignorante del humor y el sarcasmo. Este no es el neurótico Sheldon que conocimos y amamos. De pronto, hemos perdido aquello que distinguía a The Big Bang Theory de otras comedias de situación.
Por eso estoy entre quienes desean que el programa termine cuanto antes. The Big Bang Theory debe terminar cuanto antes, porque ya no cumple la premisa que audazmente presentó en sus inicios.
Esta entrada fue publicada originalmente en The Week, con el título de «How sex ruined The Big Bang Theory», escrito por Trilby Beresford. En ingles, nosotros lo hemos traducido porque creemos que sería de interés para el público en español.