Nadie podría poner en duda la genialidad de Stephen Hawking. Tampoco la fortaleza de su carácter, capaz de sobreponerse a la terrible enfermedad que padeció, que lo postró en una silla de ruedas y lo obligaba a comunicarse a través de una voz artifical la mayor parte de su vida.
Fue el científico más prestigioso, más popular y querido desde Albert Einstein, pero quedó algo pendiente en su lista de premios y reconocimientos: nunca ganó el premio Nobel, uno de los mayores galardones que se otorgan a las diferentes disciplinas —entre ellas la Física, especialidad de Hawking— que componen la Academia Sueca.
Para algunos, como el profesor Szabolcs Marka, de la facultad de Astronomía de la Universidad de Columbia, no existe una razón lógica para que Hawking jamás haya ganado el Nobel de Física: «(lamentablemente) la manera cómo se otorgan los premios Nobel es un proceso privado, basado en recomendaciones personales, y a pesar de su tremendo conocimiento, nunca quisieron darle el galardón».
Para otros, la razón es más simple. El premio que otorga la Real Academia de Ciencias de Suecia desde 1895 demanda que las teorías tengan una comprobación empírica para ser distinguidas.
No importa lo geniales y sorprendentes, lo hermosas o convincentes que sean las teorías o las matemáticas que las sustentan, se requiere evidencia científica. A pesar de lo que diga el profesor Marka, el Nobel no premia el conocimiento, la genialidad o la distinguida carrera de un científico. Se requiere evidencia para demostrar que una teoría es cierta. Lamentablemente, las teorías de Hawking no cuentan con suficiente evidencia empírica.
Recordemos que Albert Einstein sufrió las mismas enormes dificultades en su tiempo, para demostrar con evidencia empírica su teoría de la Relatividad General (1915).
Para explicar su teoría, Einstein había planteado una situación hipotética en la que la línea de visión entre un observador en la Tierra y una estrella estuviese bloqueada por el borde del Sol. Si Newton tuviese razón, la estrella permanecería invisible, pero Einstein calculó que algo mucho más sorprendente sucedería. La fuerza gravitatoria solar doblaría el espacio a su alrededor, los rayos de la estrella seguirían ese camino curvado para rodear el Sol y llegarían sin problemas hasta el observador en la Tierra. El oportuno eclipse permitiría poner a prueba esta hipótesis al ocultar la luz solar; gracias a la Luna, los científicos podrían fotografiar las estrellas cercanas al Sol que en condiciones normales quedan ocultas por el fulgor del astro.
La oportunidad de comprobar si Einstein estaba en lo cierto se presentó el 29 de mayo de 1919, cuando se produciría un eclipse de magnitud descomunal, que duraría lo suficiente (6 minutos y 50 segundos) para realizar observaciones útiles para dirimir la controversia.
Recomiendo ver el especial para la televisión que se hizo sobre ese momento épico de la ciencia.
A pesar de que finalmente Einstein salió triunfante y las fotografías que se tomaron del eclipse demostraron que su predicción fue correcta, eso no disipó todas las dudas en los círculos académicos. Uno, por las precarias condiciones en las que se recogieron las observaciones, y dos, porque esta evidencia parecía insuficiente para aceptar todas las premisas de la teoría.
Einstein finalmente ganó el Nobel, pero no lo hizo por su teoría más famosa, sino por otro de sus trabajos, uno relacionado con el efecto fotoeléctrico.
Hawking podría haber ganado de manera análoga un Nobel por sus estudios sobre los agujeros negros, basada en la hipótesis de que los agujeros negros no son del todo negros, sino que emiten una radiación (llamada en su honor, «Radiación Hawking) que los hace finalmente desaparecer. Lamentablemente, con la tecnología actualmente disponible, ha sido imposible verificar la existencia de esta radiación. Algunos creen que recién en una década podremos realizarlo. La tecnología no fue capaz de seguirle el ritmo a su mente brillante.
Y ya puestos a hablar del tema del Nobel, Sheldon podría sufrir problemas similares para ganar algún día el Nobel, incluso dentro de una serie de ficción como The Big Bang Theory, que a veces suele intentar ser más «realista» que otras similares. Quiero decir, el campo de estudio (la teoría de Cuerdas) de Sheldon también tiene enormes dificultades para aportar evidencia científica comprobable, algo que Leonard ha mencionado en muchas ocasiones (como en la pelea entre Leslie Winkle y Sheldon, al decirles que las teorías que defienden solo tienen consistencia lógica interna, pero no evidencia). En todo caso, de las dificultades de Sheldon para ganar un Nobel ya hemos escrito una entrada específica y sus conclusiones sigue siendo tan válidas como entonces.